3 de febrero de 2016

RÍO SIN RETORNO (River of No Return)
(USA) T. Century-Fox, 1954. 91 min. Color. CinemaScope.
Pr: Stanley Rubin. G: Frank Fenton, basado en una historia de Louis Lantz. Ft: Joseph La Shelle. Mt: Louis Loeffler. DA: Lyle R. Wheeler y Addison Hehr. Vest: William Travilla. Ms: Cyril J. Mockridge. Dr Ms: Lionel Newman. Can: Lionel Newman y Ken Darby. Cor: Jack Cole. Dr: Otto Preminger (y Jean Negulesco).
Int: Robert Mitchum, Marilyn Monroe, Rory Calhoun, Tommy Rettig, Murvyn Vye, Douglas Spencer, Arthur Shields, John Doucette, Don Beddoe, Barbara Nichols.
El pequeño Mark (Tommy Rettig) busca a su padre en el campamento minero.
Matt Calder (Robert Mitchum) ha llegado al lugar y trata de localizar a su hijo.
La hermosa Kay (Marilyn Monroe) quema las noches cantando en el "saloon" para
entretener a una ávida clientela masculina.
Harry Weston (Rory Calhoun) es su marido, un tipo sin demasiados escrúpulos que se gana la vida jugando a las cartas y que sueña con hacer una fortuna.
Padre e hijo, ya reunidos, charlan mientras desayunan dentro de la cabaña.
Los planes de Matt pasan por llevar una vida tranquila en esa pequeña granja que posee. El pequeño Mark, no obstante, hace a su padre algunas preguntas incómodas sobre su pasado violento.
De paso hacia Council City, llegan por el río hasta ese remoto lugar de Montana Harry y Kay con problemas en su balsa. Matt les presta ayuda.
Durante su estancia, Kay se encariña con el lugar y esa forma de vida sencilla.
Un momento de relax en que la muchacha canta una balada para Mark.
El pequeño Mark tal vez está viendo en la figura de Kay a esa madre que necesita y no tiene.
Llegado el momento, Harry despoja a Matt de su caballo y su arma. Lo necesita -dice él- para poder llegar hasta su destino y registrar allí la propiedad de una mina ganada en el juego.
SINOPSIS: En California, durante la fiebre del oro, un hombre viudo con un hijo de diez años trata de abrirse camino en su pequeña granja. Pero una atractiva cantante de saloon a la que han conocido ambos aparece por allí con su prometido, un jugador de ventaja que necesita viajar con urgencia hasta una ciudad donde quiere registrar la propiedad ganada de una mina. Este hombre le roba el caballo y abandona a la chica. Entonces nuestro honesto pero implacable viudo le persigue, acompañado de su hijo y la muchacha, en una balsa por un río lleno de rápidos que les conducirá –si sobreviven– hasta el lugar donde se dirigía el huido.
Kay, que ha decidido no seguir a su marido, se queda con Matt y su hijo. Pero sus relaciones no son buenas a causa de la inflexible actitud de él. 
Ante  la amenaza de los indios, Matt ha decidido huir de allí por el río.
Matt y Kay están condenados a entenderse. Ella pone la mejor voluntad y trata de convencer a Matt de que desista de vengarse de la mala acción de Harry.
Los rápidos del río y la presencia de los indios hacen muy difícil el recorrido fluvial.
Kay tras haber caído al río, recibe los reanimantes masajes de Matt.
Por fin, el peligro compartido, la naturaleza y el deseo, ponen orden en la relación de Matt con Kay.
Kay trata de explicar a Mark que existen momentos en la vida en que hay que tomar decisiones determinantes y el pequeño por fin comprende el "pecado" de su padre.

Ahì tenemos a los dos protagonistas posando en adecuada guisa
para satisfacciòn de todos.
Una nueva pose promocional, esta vez con el tercero en discordia.
COMENTARIO: Teniendo en cuenta su trayectoria anterior, ignoro en virtud de qué ofrecieron este guión a Otto Preminger (en realidad, la peripecia argumental sólo daba para media hora de película) y las razones por las que él aceptó rodarlo, también se me escapan. Probablemente el film, fresco, transparente, límpido, no tiene más objeto que el de proporcionar placer a nuestros ojos y en la belleza de cada plano está la justificación de ese placer. Esas cualidades unidas a la suma perspicacia con que todo está dispuesto y realizado, distingue a Preminger (que aquí no juzga a sus personajes sino que se dedica a estudiar las motivaciones de sus actos) de directores sin talento que fácilmente hubieran caído en esquematismos y discursitos explicativos.
Como imagino que a estas alturas casi todos han visto la película, resulta casi innecesario aclarar que se trata de un western fluvial rodado mayormente en impresionantes exteriores (aunque con la inclusión de algunas inevitables transparencias) espléndidamente recogidos por una cámara que supo aprovechar muy bien, con fines que ya explico en el párrafo anterior, las ventajas del -por entonces- recién estrenado formato CinemaScope.
Sobre la base literaria de unas cuantas situaciones de catálogo, Preminger debió considerar modestamente que estaba realizando un trabajo de mera competencia narrativa, fluida y sin barroquismos. Pero tal vez por la endeblez original del guión, la película, una vez finalizado el rodaje y hecho el primer montaje, quedó “muy bonita” si bien los gerifaltes de la Fox no supieron ver más allá y les pareció algo "insulsa" y deslavada (imperdonable error, pensaron ellos, en una cinta con Marilyn dentro), así que llamaron a Jean Negulesco que acababa de dirigir a la actriz en "CÓMO CASARSE CON UN MILLONARIO" y le pidieron que rodara alguna secuencia adicional (1). Por suerte, el resultado fue la inclusión de la magnífica escena de la gruta (quizá la mejor del film), llena de sensualidad, con Matt que acaba de rescatar del río a una desfallecida Kay, ordenándola que se quite sus ropas mojadas y se arrope en una manta para a continuación "masajear" su aterido cuerpo (sentimos con él su desnudez bajo esa manta que la envuelve y observamos la progresiva excitación de ella al sentir en sus piernas las enérgicas manos de Matt); también la escena final con Mitchum de nuevo, irrumpiendo en el saloon donde canta ella y rescatándola de ese lugar de forma expeditiva para convertirla -más allá de “The End”- en una hacendosa y sumisa ama de casa (o de cabaña).
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(1) A una pregunta que le formulé sobre su presunta participación en “RÍO SIN RETORNO”, el propio Negulesco me lo aclaró en Madrid, aún lúcido y elegante en el día de su noventa cumpleaños, en el transcurso de su visita a la sede de la Filmoteca Española. Una tarde memorable.