7 de mayo de 2015


EL PROCESO (The Trial / Le procès)
(Fr-It-Al) Paris Europe / FICIT / Hisa, 1962. 118 min. BN.
Pr: Alexander Salkind. G: Orson Welles, basado en la novela de Franz Kafka. Ft: Edmond Richard. Mt: Yvonne Martin, Fritz H. Mueller, Chantal Delattre y Orson Welles. DA: Jean Mandaroux. Vest: Helen Thibault. Ms: Jean Ledrut y el "Adagio" de Albinoni. Títulos: Alexandre Alexeieff y Claire Parker. Dr: Orson Welles.
Int: Anthony Perkins, Jeanne Moreau, Romy Schneider, Orson Welles, Suzanne Flon, Madeleine Robinson, Akim Tamiroff, Elsa Martinelli, Fernand Ledoux, Maurice Teynac, Jess Hahn, Billy Kearns, William Chappell, Arnoldo Foá, Wolfgang Reichmann, Thomas Holtmann, Katina Paxinou, Michel Lonsdale, Paola Mori.
Una mañana, Josef K (Anthony Perkins) es despertado por un hombre (Arnoldo Foà) que aparece en su dormitorio de la pensión donde reside y que se identifica como Inspector A.
Mientras se viste, es vigilado por los dos ayudantes del inspector (Jess Hahn y Billy Kearns).
El rostro de Josef K delata miedo e indefensión ante una situación que no comprende.
Su patrona, Mrs. Grubach (Madeleine Robinson), parece sentir por el joven Josef K un "amor maternal".
Angustiado, vigilado, acosado, perseguido...
Marika Burstner (Jean Moreau) es una mujer extraña, esquiva e intempestiva que también se hospeda en la pensión de Mrs. Grubach.
Escenarios angustiosos, salas, archivos y pasillos interminables, y Josef K tratando inútilmente de escapar de esa pesadilla.
En la mirilla de la puerta, los ojos inquisitivos de Leni (Romy Schneider) la muchacha al servicio del abogado al que acude Josef K en busca de ayuda legal.
El aspecto imponente del abogado (Orson Welles) deambulando por sus lúgubres y abigarrados aposentos.
SINOPSIS: Joseph K., un respetable funcionario, despierta una mañana y se encuentra con la policía en su habitación de alquiler. No logra saber de qué se le acusa pero a partir de ese momento entabla una lucha con la Ley que le llevará ante agen­tes del aparato judicial, abogados, familiares, otros acusados, servidores de los tribunales, un pintor de jueces y finalmente un sacerdote. Sin lograr saber con exactitud cuál ha sido su falta, y en total rebeldía contra el sistema, dos policías le dinamitan en un descampado en las afueras de su fantasmal ciudad.
El abogado con su "servicial" Leni, escucha con cierta displicencia el relato de Josef K.
Leni es una criatura gatuna y desconcertante.
Bloch (Akim Tamiroff) es un resignado cliente del abogado que espera pacientemente, allí mismo, en la mansión del letrado, la resolución de su caso.
Entre las múltiples funciones de Leni, se encuentra la de amante de su jefe.
Leni se encarga de entretener melosamente a los dos angustiados clientes del abogado.
Las desproporcionadas puertas de la Ley empequeñecen la figura de quien pretende tener acceso. 
En su infructuosa búsqueda de sentido y solución a la situación surgida, Josef K se topa con la sensual mujer de un ujier del Palacio de Justicia (Elsa Martinelli) y durante unos momentos se deja llevar por ella.
Desde luego, este plano recuerda mucho a las inmensas oficinas donde trabajaba el J.J. Baxter de "EL APARTAMENTO" de Billy Wilder.
Ante algo que no domina ni comprende, Josef K comienza a rebelarse en esa sala de juicios repleta de personas ajenas a su problema.
La reaparición del Inspector A con dos amenazantes esbirros no hace augurar nada bueno para nuestro atribulado Josef K.
Solo, abrumado, impotente, Josef K se acerca al dramático final de ese pesadillesco periplo. 
NOTA DE TEO CALDERÓN: Se cumple el centenario del nacimiento de Orson Welles y este blog ha querido rendir tributo al genio de Kenosha hablando de una de sus películas. Cualquier título podía servir y habiendo sido reseñados aquí en ocasiones anteriores "CIUDADANO KANE", "EL CUARTO MANDAMIENTO" y "SED DE MAL", ahora he elegido, casi por sorteo, "EL PROCESO". Sin embargo, la ocasión era especial y he creído más oportuno y aportativo el comentario que sobre este film escribió Juan Cobos (amigo personal de Welles, crítico, ensayista y una gran autoridad en el estudio de la figura y obra de este inabarcable genio) para mi libro "Movie Movie". Una tarea que el director de la prestigiosa revista Nickel Odeon (ya extinta) ejerció con sumo placer y que he agradecido siempre. Habrá más oportunidades para reproducir textos suyos estudiando otras películas de Welles, redactados para las diferentes ediciones del mencionado libro que, dicho sea de paso, inspiró este blog. 
COMENTARIO DE JUAN COBOS: La película comienza con una historia en diapositivas de dibujos hechos con sombras de alfileres que cuenta la extraña historia de un hombre que pasó toda su vida ante las puertas de la Ley y murió sin poder flanquearlas. Y la propia voz de Orson Welles —adaptador del relato de Kafka— nos da la clave de lo que seguirá: "La lógica de esta historia es la lógica de un sueño, o de una pesadilla". El que la primera imagen que sigue sea el rostro dormido de Joseph K que abre los ojos permite considerar si realmente llegó a despertar ante la presencia de un extraño o si lo que le sucede es justamente una pesadilla.
Ante la posibilidad, poco frecuente en su carrera, de que le produjesen una nueva película, Welles eligió "El proceso" entre una serie de títulos libres de derechos de autor según Salkind, el productor, pues éste descartó filmar una historia original del director. Como siempre que adaptó textos ya existentes —y fue en la mayoría de sus películas— el autor de "SED DE MAL" escribió un excelente guión que respetando esencialmente a Kafka le permitió hacer una obra que es genuinamente cinematográfica. La fe indivisible del director en la imagen y la palabra aparece aquí una vez más.
Las largas escenas, en general de varios mi­nutos cada una, que componen "EL PROCESO" llevan dentro una realización dinámica donde el encuadre y la palabra se reparten el protagonismo sin dañarse. Una fotografía casi siempre nocturna que permite el contraste continuo entre zonas de sombra con otras de fuertes golpes de luz transmiten esa sensación primordial de un mundo ilógico que tiene más de sueño que de realidad. Fundamentalmente es Joseph K quien se expresa con la lógica cotidiana, incapaz de comprender lo que le sucede y pasando de figura pasiva a airado atacante de la injusticia en que se ve envuelto y que todos parecen aceptar como algo normal. En esa peripecia, o quizás pesadilla real, las mujeres juegan un papel erótico de primer orden, desde las amorosas miradas de la señora Grubarch (Madeleine Robinson) y el equívoco comportamiento del personaje de Jeanne Moreau, a los ofrecimientos directos de la mujer del ujier (Elsa Martinelli) o la muchacha del abogado (Romy Schneider), que se entrega no sólo a su señor sino también a los acusados. Incluso la patrona de Joseph K le insinúa su enamoramiento. En el lado opuesto está la incompren­sión o la violencia de los hombres que tratan de convencer al acusado de que acepte como normal su condición culpable.
La estrechez impidió construir unos decorados abiertos que irían disipándose a medida que la historia avanzaba, pero Welles supo sacar un extraordinario partido de las gigantescas dependencias de una estación parisina de ferrocarril ya abandonada. El mobiliario es colocado así en vastos espacios donde perviven los altos techos y las columnas de hierro y donde todo tiene un aire de abandono que se corresponde a la indefensión que atenaza a Joseph K. Este sentido delirante de los espacios y momentos abigarrados como la comparecencia de K ante el Tribunal o las escenas en las escaleras o la casa del pintor abren la película hacia un mundo irreal donde el carácter injusto y deshumanizado de la Ley se corresponde con la historia inicial que hacia el final el abogado (interpretado por Orson Welles) vuelve a explicar a Joseph K.