23 de abril de 2013

IN THE MOOD FOR LOVE DESEANDO AMAR (Fa yeung nin wa)
(China-Fr)) Block 2/Paradis/Jet Tone, 2000. 98 min. Color.
Pr Ej: Chan Ye-Chen. G: Wong Kar-Wai, con citas de Liu Yi-Chang. Ft: Chris Doyle y Mark Li Pinguin. Mt, DA y Vest: William Chang y Chan Kei-Hap. Ms: Michael Galasso. Can: por Nat King Cole. Dr: Wong Kar-Wai.
Int: Maggie Cheung, Tony Leung, Rebecca Pan, Liu Chum, Siu Ping-Lam, Chin Chi-Ang, Chan Man-Lui, Ah Ping, Koo Kam-Wah.

Li-Zhen (Maggie Cheung), mujer casada, piensa ¿sueña?
Chow (Tony Leung), redactor jefe de un periódico de Hong Kong, también casado, conoce a Li-Zhen.
Una mirada embelesada.
Suspendidos en la noche, Chow y Li-Zhen. Extraños y afines.
SINOPSIS: Situada la acción en Hong Kong, en 1962, nos muestran a lo largo de cuatro años los flashes de la amortiguada e inconclusa relación amorosa de Li-Zhen y Chow, una mujer y un hombre que coinciden como huéspedes en una pensión. Nos enteramos de que han sido abandonados por sus respectivos cónyuges (el marido de ella mantiene un romance con la esposa de él).
Otra noche. La misma pareja. Él la mira. Amistad y amor.
Un bello y sugerente bodegón humano. Ella nos mira.
Una lágrima se desliza sobre el rostro de Li-Zhen, recorriéndolo.
Una historia de amor cargada de tristeza.
COMENTARIO: Circunstancialmente, un hombre y una mujer coinciden en un espacio común, limitado, incluso angosto, y sus cuerpos deambulan, se desplazan como ralentizados (y acariciados por el envolvente ritmo de un vals que aparece en la banda sonora de manera recurrente) por la estrechez de un pasillo, en los redu­cidos metros cuadrados de un salón-comedor, rozándose en una esquina, sin­tiendo o presintiendo la proximidad. Desde su aislamiento, desde su soledad, necesitan amarse con desesperación secreta, pero ese deseo está condenado a no realizarse porque se encuentran prisioneros y casi maniatados en el interior de una aterciopelada jaula de ética y extraño pudor. Son los elementos externos los que la han fabricado, condicionando fatalmente sus vidas (el grado de culpabilidad –si la hubiera– de este hombre y esta mujer no importa porque sabemos la dirección del viento aunque no lo veamos). Y la cremosa voz de Nat King Cole, aporta lo suyo.
La cerebral coreografía cargada (curiosamente) de sensualidad que va conformando las imágenes de “IN THE MOOD FOR LOVE”, su magnética belleza, nos atrapa y nos implica. Li-Zhen (Maggie Cheung) y Chow (Tony Leung) viven encuentros, los imaginan o los recuerdan y esa seductora fantasmagoría romántica, esa relación mostra­da en flashes minimalistas, esa experimentación narrativa nos lleva de alguna forma a films como “EL AÑO PASADO EN MARIENBAD”, aunque aquel era un ejercicio donde el geométrico formalismo diseñado por Resnais vaciaba (voluntariamente) las imágenes de la carga erótica que rezuman las del film de Wong Kar-Wai.
Cierro este comentario con una apreciación muy personal y por lo tanto, discutible: el sentido último de esta película singular y bellísima, algunos de sus más sugerentes matices, tal vez se “aprecien” mucho mejor y nos afecten en lo más profundo si la vemos estando enamorados. No es imprescindible, claro, pero a mí me ayudó mucho.
NOTA: Aunque Wong Kar-Wai ha afirmado en alguna ocasión que su siguiente trabajo, “2046”, toda una experiencia sensorial para el espectador, no es una secuela de “IN THE MOOD FOR LOVE”, lo cierto es que resulta necesario tener su visionado fresco en la memoria para poder estar en condiciones óptimas de asimilarla  en todos los detalles. Efectivamente, en “2046”, sin ser una secuela al uso (más bien una variación), recuperamos a Chow, el protagonista masculino de “IN THE MOOD FOR LOVE” como un ser solitario y frustrado procurando mantenerse a flote sobre las aguas de la añoranza, anhelando lo irrecuperable, el secreto amor huido, la ocasión perdida, haciéndolo a su manera con historias imposibles y vivencias que solo son jalones de una perpetua e indagatoria búsqueda interior, un viaje mental en el que huye hacia adelante provisto de un complejo juego de espejos retrovisores.

10 de abril de 2013

EL ÚLTIMO TANGO EN PARÍS (Last Tango in Paris)
(Fr-It) United Artists / Les Productions Artistes Associés / PEA, 1972. 136 min. Color.
Pr: Alberto Grimaldi. G: Bernardo Bertolucci y Franco Arcalli. Ft: Vittorio Storaro. Mt: Franco Arcalli y Roberto Perpignani. DA: Ferdinando Scarfiotti. Vest: Gitt Magrini. Son: Antoine Bonfanti.  Ms: Gato Barbieri. Dr: Bernardo Bertolucci.
Int: Marlon Brando, Maria Schneider, Jean-Pierre Léaud, Massimo Girotti, Catherine Allegret, Maria Michi, Laura Betti, Luce Marquand, Gitt Magrini, Giovanna Galletti.
Paul (Marlon Brando) acaba de descubrir que su esposa se ha suicidado.



Paul arrastra su frustración y desconcierto por las calles de París.
Jeanne (Maria Schneider) y Paul no se conocen pero dirigen sus pasos hacia el mismo punto.
Ambos coinciden mientras inspeccionan un apartamento por alquilar. 
Los despojos de una vida malograda.
SINOPSIS: En París, un americano maduroarrastra el peso de su malograda vida y le encontramos el día en que su infiel esposa se ha suicidado. En su errático deambular, invadido por el desconcierto y la desesperación, coincide con una joven en la inspección de un piso en alquiler. Allí, inesperadamente hacen el amor de forma salvaje y él propone a la chica seguir reuniéndose regularmente para mantener una relación carnal exenta de ataduras sentimentales. Ella acepta a regañadientes, pero su relación se complicará.
Jeanne tiene un novio, Tom (Jean-Pierre Léaud), un joven cineasta de los del "cinema-verité".
Sus encuentros sexuales en el apartamento alquilado, repentinos y salvajes, carecen de entidad.
Sus confrontaciones animales están desembocando en algo parecido al amor convencional.
Una sodomización con mantequilla como lubricante.
Un Paul malherido ha llegado al final de su trayectoria.
COMENTARIO: La polémica surgida y el descomunal "escándalo" orquestado en su día por la presentación de “EL ÚLTIMO TANGO EN PARIS”, contribuyeron sin duda a oscurecer y casi ocultar su naturaleza y contenido esencial, dificultando desde entonces una aproximación limpia y sosegada a este film en el que Bernardo Bertolucci y su coguionista Franco Arcalli se abisman en el interior de un hombre embarrancado que pretende liberarse de cualquier atadura emocional o sexual, desnudando el amor romántico hasta reducirlo a su más primitivo nivel, es decir, su bestialización.
La franqueza sin tapujos desplegada por Bertolucci en la puesta en escena, su provocadora audacia en la resolución frontal de las situaciones y una (justificable) grosería verbal sin precedentes en el cine de aquel momento, vienen a definir este estudio de una pasión sexual espoleada por el retorcimiento, desesperación y profundo desprecio de sí mismo del personaje encarnado por Marlon Brando en la más arriesgada, sincera y escalofriante composición de toda su carrera.
En verdad, un noqueante ejercicio en el que el autor, al mismo tiempo que buceó en los más recónditos y primitivos mecanismos del ser humano, no pudo evitar, sin embargo, caer en ciertos desequilibrios narrativos que malogran en parte la redondez de la película en su conjunto (a mí, el tratamiento caricaturesco de las escenas en que aparece Jean-Pierre Léaud, no me gusta), consiguiendo a cambio momentos de extraordinaria fuerza expresiva y estilizada poesía a la que no es ajeno el sugerente trabajo fotográfico del gran Vittorio Storaro.