29 de octubre de 2012

LA PÍCARA SOLTERA (Sex and the Single Girl)
(USA) Warner Bros / Richard Quine / Reynard, 1964. 114 min. Color.
Pr: Willian T. Orr. G: Joseph Heller y David R. Schwarz, basado en el libro de Helen Gurley Brown. Ft: Charles Lang Jr. Mt: David Wages. DA: Cary O’Dell. Vest: Edith Head y Norman Norell. Ms: Neal Hefti. Dr: Richard Quine.
Int: Tony Curtis, Natalie Wood, Henry Fonda, Lauren Bacall, Mel Ferrer, Fran Jeffries, Edward Everett Horton, Otto Kruger, Leslie Parrish, Larry Storch, Stubby Kaye, Howard St. John, Max Showalter, Helen Kleeb, Count Basie y su Orquesta.
Bob Weston (Tony Curtis) y Helen Brown (Natalie Wood) parecen "sorprendidos" del contenido de ese libro que desencadenará la trama de la película. Foto promocional, claro.
Weston defiende su eficaz ausencia de escrúpulos ante Holmes (Max Showalter), el jefe (Edward Everett Horton) y Randall (Howard St.John).
El avieso Weston frente a la incauta doctora Brown: primer round.
La celosa Sylvia (Lauren Bacall) y el desesperado Frank (Henry Fonda) son un matrimonio mal avenido, amigos y vecinos de Weston.
La deliciosa actriz Leslie Parrish (a la que el cine dio pocas oportunidades) interpreta a la hacendosa y complaciente Susan, una de las "amigas" de nuestro hombre Weston.
SINOPSIS: Una revista de gran tirada, especializada en temas escandalosos, encarga a su periodista más experimentado y sagaz la misión de introducirse subrepticiamente en la vida de una bella sexóloga que acaba de publicar un libro de éxito titulado "El sexo y las solteras". La aviesa misión de este individuo es la de desenmas­carar a la doctora demostrando su inexperiencia en la práctica de esta placentera actividad, es decir, su virginidad.
Weston no dudará en recurrir a cualquier sucio truco para "desflorar" el secreto de Helen Brown y luego publicarlo en su revista de cotilleos.
La bella doctora Brown cae en todas las trampas desplegadas por Weston.
El lúbrico y dicharachero Rudy (Mel Ferrer), colega de Helen Brown, dispuesto a "pillar cacho" en cuanto la atractiva psicóloga baje la guardia.
El hiperactivo Bob Weston dando largas a Gretchen (Fran Jeffries), una de sus "novias".
Los estupendos Natalie Wood y Tony Curtis (trabajaron juntos en tres ocasiones) en cariñosa pose para promocionar la película de Quine. 
COMENTARIO: Tras “ENCUENTRO EN PARÍS” (Paris When it Sizzles), última comedia “feliz” de Richard Quine, esta que ahora nos ocupa es la primera de las dos comedias misóginas que el realizador rodó tras la mal asumida ruptura artístico-sentimental con su musa Kim Novak (la siguiente sería “CÓMO MATAR A LA PROPIA ESPOSA”). Nuestro Quine, despechado y con arañazos en el corazón, perdido el cariño por sus personajes, ya no podía ser el mismo de “ME ENAMORÉ DE UNA BRUJA” (Bell, Book and Candle) y es así como se produce el giro que representa en su trayectoria “LA PÍCARA SOLTERA”, una malévola, descreída, frenética y (muy) divertida comedia ambientada, no por casualidad, en el sensacionalista y reprobable mundo del periodismo basura.
La evidente mala uva del realizador queda patente en su acercamiento a todos los personajes a los que dibuja con los trazos de una inmisericorde caricatura. Sin embargo, esta agresividad está en cierta medida “suavizada” por una inteligente y deliciosa formula­ción visual de la que siempre hizo gala el autor de “EL MUNDO DE SUZIE WONG”. A semejanza de una prima ballerina, en “LA PÍCARA SOLTERA”, la cámara de Quine siempre se mueve de puntillas y con elegante ligereza. Pero, además, la película viene adornada con un irrepetible reparto de ilustres comediantes (grandioso Tony Curtis) y una docena de gags antológicos, algunos de los cuales vienen a formar parte de esa desopilante secuencia que configura el climax final: una desenfrenada carrera-caza de todos los protagonistas por una concurrida autopista que los conduce al aeropuerto, resuelta con el ritmo y la geométrica perfección de un ballet.

22 de octubre de 2012

EL CUARTO MANDAMIENTO (The Magnificent Ambersons)
(USA) RKO / Mercury, 1942. 88 min. BN.
G: Orson Welles, basado en la novela de Booth Tarkington. Ft: Stanley Cortez, Russell Metty (sec. final) y Harry J. Wild (algunos planos). Mt: Robert Wise, Mark Robson y Jack Moss. DA: Mark-Lee Kirk. Vest: Edward Stevenson. Ms: Bernard Herrmann y fragmentos de Roy Webb. Pr y Dr: Orson Welles.
Int: Joseph Cotten, Dolores Costello, Tim Holt, Anne Baxter, Agnes Moorehead, Ray Collins, Richard Bennett, Erskine Sanford, Bobby Cooper, Donald Dillaway, Louis Johnson, Gus Schilling, Charles Phipps, Nancy Gates, James Westerfield. Orson Welles (narrador).
Eugene Morgan (Joseph Cotten) es un emprendedor diseñador y fabricante de automóviles en los albores de este medio de locomoción.
A pesar de los años transcurridos, Eugene continúa enamorado de Isabel Amberson (Dolores Costello).
George (Tim Holt), el altivo y soberbio hijo de Isabel se enamora de Lucy (Anne Baxter), la hija de Eugene
Eugene intenta un buen entendimiento con la despechada Fanny (Agnes Moorehead)
SINOPSIS: En los albores del siglo XX, en una ciudad del Medio Oeste, una aristocrática e influyente familia es sobrepasada por los inexorables avances industriales y los cambios sociales que traen consigo, relegándola social y económicamente, pese a la orgullosa tozudez de alguno de sus miembros.
El juvenil romance entre Lucy y George se ve ensombrecido por el indomable orgullo del muchacho.
El noble carácter de Eugene le permite envejecer con elegancia y una inmarchitable esperanza depositada en el saboteado amor de su vida: Isabel.
George siempre se interpuso en la relación de su madre con Eugene 
Un maduro Eugene, en el otoño de su vida, parece soñar con lo que puso ser y no fue.
COMENTARIO: Tras su debut en Hollywood con “CIUDADANO KANE”, rodada en óptimas condiciones de libertad creativa y presupuestaria, la película fue diana, antes y después de su estreno, de una orquestada campaña de acoso y derribo (desde varios frentes) que perjudicó seriamente su carrera comercial. Ignoro si aquello fue interpretado por Welles como una “advertencia” o premonición de que su libertad en Hollywood era ilusoria.
La segunda película de Orson Welles para la RKO, mucho más narrativa, pausada y romántica que la anterior, pudo ser también una de las obras más grandes de la historia del cine (en cualquier caso, estaríamos dispuestos a afirmar que lo es), de haber llegado hasta nosotros tal y como la concibió su autor, pero ya en esta ocasión y durante el resto de su vida, fue víctima de la desconfiada y cicatera cortedad de miras de los mercaderes del cine.
Una vez concluida la película, la RKO (que la consideraba demasiado larga y aburrida) efectuó una serie de preestrenos con la versión de 131 minutos y no vieron el negocio claro. Así las cosas, aprovecharon la ausencia de Welles que había viajado a Brasil para poner en marcha "IT'S ALL TRUE" (que nunca llegaría a ver la luz) y pusieron manos a la obra, remontando y mutilando (se eliminó íntegro el último tercio que describía toda la decadencia de los Amberson y encargaron a Robert Wise que rodara un final “feliz” y simplificador). Pese a todo, el film permanece como un clásico de inconmensurable belleza, un fresco social narrado en tono elegíaco en el que la cámara, audaz y barroca (aunque su "presencia" no sea tan apabullante como en "CIUDADANO KANE"), a través de suaves y magestuosos travellings, utilizando más y mejor aún que en “KANE” la profundidad de campo, nos hace percibir con melancólica lucidez el inexorable paso del tiempo y el final inevitable de una época, para saludar con respeto a los nuevos tiempos encarnados en Eugene Morgan, el personaje que incorpora Joseph Cotten, magnífico como el resto del reparto, así como la portentosa fotografía de Stanley Cortez que años después repetiría una hazaña creativa similar en “LA NOCHE DEL CAZADOR” de Charles Laughton.

14 de octubre de 2012

EL CARDENAL (The Cardinal)
(USA) Columbia / Gamma / Otto Preminger Films, 1963. 176 min. Color. Panavision 70.
G: Robert Dozier, basado en la novela de Henry Morton Robinson. Ft: Leon Shamroy. Mt: Louis Loeffler. DP: Lyle R. Wheeler. Vest: Donald Brooks. Ms: Jerome Moross. Títulos: Saul Bass. Pr y Dr: Otto Preminger.
Int: Tom Tryon, Carol Lynley, Dorothy Gish, Maggie McNamara, Bill Hayes, Cecil Kellaway, John Saxon, Romy Schneider, John Huston, Burgess Meredith, Jill Haworth, Raf Vallone, Tullio Carminati, Ossie Davis, David Opatoshu, Cameron Prudhomme, Robert Morse, Chill Wills, Arthur Hunnicutt, Patrick O'Neal, Murray Hamilton, Peter Weck, Josef Meinrad, Wolfgang Preiss, Doro Merande, Loring Smith.
Stephen Fermoyle (Tom Tryon) es un sacerdote al que le espera un largo camino
El cardenal Glennon (John Huston) toma al padre Fermoyle bajo su tutela
Glennon envía a Fermoyle a una lejana parroquia como una cura de humildad que el joven sacerdote necesita. Allí conoce a Lalane (Jill Haworth), una angelical muchacha entregada a la caridad. 
Fermoyle ya trabaja en El Vaticano y allí recibe al atribulado padre Gillis (Ossie Davis), un sacerdote de color víctima del Ku Klux Klan.
Fermoyle prueba en sus propias carnes el racismo institucionalizado en el sur de Estados Unidos
SINOPSIS: Veinte años en la vida de un sacerdote norteamericano que llegará a alcanzar la púrpura carde­nalicia y cuya andadura se inicia en Boston en 1917, llevándole en lo sucesivo a Roma como secretario de un influ­yente cardenal, al sur de Estados Unidos para defender a un cura negro frente al Ku Klux Klan, y a Viena para enamorarse y sufrir los rigores del ascendiente nazismo.
Mona Fermoyle (Carol Lynley), hermana de Stephen, necesita ayuda.
Frank (Bill Hayes), Stephen y Benny (John Saxon) asisten consternados a una función en una sala de variedades en la que actúa Mona
Stephen abandona temporalmente el sacerdocio para ejercer como profesor en Viena. Allí conoce a Annemarie (Romy Schneider).
La joven Annemarie y Stephen pronto se sienten atraídos
Años después, de regreso al seno de la Iglesia, Fermoyle alcanzará la púrpura cardenalicia.
COMENTARIO: Tras la seca precisión de “ANATOMÍA DE UN ASESINATO”, formidable cierre de una larga y brillante etapa inaugurada con “LAURA”, Preminger iniciaría un periodo de grandes superproducciones con “EXODO”, una apabullante muestra de inteligencia narrativa al servicio de un sionismo rampante. Luego, en “TEMPESTAD SOBRE WASHINGTON”, conseguía “iluminar” con cierta dosis de didactismo los más oscuros recovecos del Senado de los Estados Unidos para concluir declarando su fe en los mecanismos de la democracia. A continuación se adentraba en otra institución, la Iglesia Católica, con “EL CARDENAL”, un ambicioso film-río, el que ahora nos ocupa, que toma como pretexto la carrera, lances y vicisitudes del personaje central, ese cura preconciliar, a lo largo de un dilatado periodo de tiempo, articulando así una divulgación historicista a resultas de la cual obtenemos todo un catálogo de "grandes temas" (racismo y Ku Klux Klan, ascensión y apogeo del III Reich, el pacto de la iglesia con Hitler, disyuntivas religioso-morales cuando Fermoyle decide la muerte de su “descarriada” hermana en beneficio del no nato) muy del gusto de Preminger que él enlaza y conjuga con astucia a partir de un robusto, incisivo y ¿por qué no reconocerlo? algo deshonesto guión pese a una arquitectura de perfecto ensamblaje.
“EL CARDENAL” es uno de los últimos ejemplos de la grandeza (con trampas) del autor de "EL HOMBRE DEL BRAZO DE ORO", cuya sobresaliente puesta en escena alterna una cierta ampulosidad descriptiva, por lo demás perfectamente adecuada en este tipo de películas (los movimientos de cámara de Preminger en ocasiones son deslumbrantes en su contundencia dramática), con momentos de la más efectiva economía expresiva (a este respecto, cabe destacar la extraordinaria secuencia sin diálogo, resuelta en dos planos, de la "renuncia" en Viena del padre Fermoyle a la vida secular y al amor de Anne-Marie que le contempla a través de la cristalera del café donde estaban citados). Uno de los mejores momentos del film.
Como es habitual, tratándose de una película del cineasta vienés, hay que referirse a una soberbia dirección de actores que nos brinda algunas memorables composiciones dentro del extenso elenco del film, destacando Romy Schneider, de la que supo extraer una matizada y, por momentos, estremecedora composición.

6 de octubre de 2012

GERTRUD (Gertrud)
(Din) Palladium / Pathé Contemporary, 1964. 115 min. BN.
Pr: Jørgen Nielsen. G: Carl Theodor Dreyer, basado en la obra teatral de Hjalmar Söderberg. Ft: Henning Bendtsen. Mt: Edith Schlüssel. DA: Kai Rasch. Vest: Berit Nykjaer y  M.G. Rasmussen. Ms: Jørgen Jersild. Dr: Carl Theodor Dreyer.
Int: Nina Pens Rode, Bendt Rothe, Ebbe Rode, Baard Owe, Axel Strobye, Anna Malberg, Edouard Mielche, Lars Knutzon.
Nina Pens Rode (sólo rodó seis films) encarna con extraordinaria precisión a Gertrud
Bendt Rothe interpreta al abogado Gustav Kanning, esposo de Gertrud
Gertrud reprocha a su esposo Gustav que sus ocupaciones y ambiciones políticas la hayan relegado a un insoportable segundo plano
Gustav habrá de encajar el deseo de su esposa de abandonarlo porque su amor por él ya se ha extinguido
Ahora ella está enamorada de Erland (Baar Owe), un joven artista compositor
SINOPSIS: Gertrud forma un enfriado matrimonio con un abogado aspirante a ministro al que confiesa -en el arranque de la historia- que desea abandonarle porque ya no le ama. Ella vive en esos momentos una romántica relación con un joven pianista que no la merece. Al mismo tiempo, entra en escena un aclamado poeta, anti­guo amante de Gertrud largos años ausente, que ha vuelto a la ciudad para recibir un homenaje.
Con Erland vivirá un romance en el que al principio creerá haber alcanzado el amor absoluto
Pero Gertrud pronto comprobará que ha vuelto a ser relegada por Erland que antepone su carrera a ese amor 
Gertrud, con ese permanente aire de desconexión con el presente, a solas con el agasajado poeta Gabriel Lidman (Ebbe Rode), un antiguo amor suyo al que ella dejó años atrás
Lidman charla con Gertrud (en una extraordinaria composición de plano) con tristeza y nostalgia y le pide que le explique la razón de su rechazo en el pasado
Han pasado los años, toda una vida, y ahora una solitaria y envejecida Gertrud recibe la visita de su leal amigo Axel  (Axel Strøbye)
COMENTARIO: Si esta película, además de representar una experiencia única para el especta­dor, resulta fascinante no es sólo por la belleza que desprenden sus imágenes y su absoluta precisión. Su fascinación –que no es hipnótica porque nos permite reflexionar– reside en el poder de sugerencia, en la riqueza de contenido y en la profundidad a la que llega en el estudio de esta mujer, Gertrud, tan exigente consigo misma como lo es con los hombres que la han amado o pretenden seguir amándola, según entienden ellos el amor (siempre desde un punto de vista egocéntrico y reductor). 
Esta mujer, Gertrud, podría parecer que tiene algo de espectral en su ausencia de mirada, en su lentitud gestual, en los suaves y escasos desplazamientos dentro del encuadre (casi siempre supeditado a ella), tratando de evadirse, de desconectarse del presente, de la realidad. Sin embargo, lo interpreto como manifestaciones de su consciencia. Su implacable concepto del amor como valor absoluto, como fuerza única no compartible, la conducirán de forma irremisible a una lúcida soledad. Y ella lo sabe. Envejecerá derrotada, definitivamente ausente.
Estamos ante un film terrible y maravilloso, de naturaleza incomparable, en el que los objetos (espejos, velas, cuadros), el decorado, la luz, el equilibrado y parsimonioso lenguaje de una cámara solemne que no necesita apenas moverse para seguir a Gertrud, conforman una armónica unidad expresiva en la que no se escapa ningún detalle de ese microcosmos frío y asfixiante en el que la protagonista se debate. Dreyer opta por componer y encuadrar ese espacio de manera “teatral” (teatro y cine, esas dos formas de expresión, se amalgaman de manera prodigiosa en la filmografía de Dreyer) para que cada elemento integrante adquiera vida propia y nos ayude a discernir, a entrever la causa de lo que allí sucede.  
En suma, la sublime perfección de "GERTRUD", fruto gozoso de la lucidez, el talento y el depurado dominio del lenguaje de la imagen alcanzado por Dreyer, elevan esta película a esa inmaculada cumbre del arte cinematográfico, ese walhalla apenas rozado por muy pocos maestros del cine, y que en el caso de Dreyer ponía tristemente broche final a la espaciada obra de este memorable danés.