6 de septiembre de 2011

HASTA QUE LLEGÓ SU HORA (Once Upon a Time in the West / C'era una volta il West)
(It-USA) Paramount/Rafran/San Marco, 1968. 168 min. Color. Techniscope.
Pr: Fulvio Morsella. Pr Ej: Bino Cicogna. G: Sergio Leone, Sergio Donati, Dario Argento y Bernardo Bertolucci. Ft: Tonino Delli Colli. Mt: Nino Baragli. DP: Carlo Simi. Vest: Antonella Pompei y Carlo Simi. Ms: Ennio Morricone. Dr: Sergio Leone.
Int: Henry Fonda, Claudia Cardinale, Jason Robards, Charles Bronson, Gabrielle Ferzetti, Frank Wolf, Woody Strode, Jack Elam, Keenan Wynn, Paolo Stoppa, Al Mulock, Benito Stefanelli, Aldo Sambrell, Don Galloway.
El gran Henry Fonda encarna a un inesperado malvado
Del lacónico personaje que incorpora Charles Bronson, no sabremos gran cosa hasta el final de la película
SINOPSIS: Mientras una mujer viaja por el Oeste al encuentro del hombre con el que se ha casado por poderes, varias historias paralelas confluirán finalmente en el hervidero humano de intereses y aventura que representa el escenario en el que se está construyendo el ferrocarril.
Una fascinante mujer (a la que da vida Claudia Cardinale), de carácter pragmático y endurecida por un entorno hostil
Jason Robards borda ese curioso "Cheyenne", forajido reflexivo y de vuelta de todo
COMENTARIO: Ambiciosa y estilizada epopeya westerniana concebida con un peculiar y ajaponesado sentido del ritmo consistente en un estiramiento del tempo hasta límites exasperantes, merced al uso -no por exhaustivo menos inteligente- del primer plano, un montaje segmentador y una cámara que se mueve con geométrica ampulosidad creando y deshaciendo espacios en un fantasmagó­rico ballet con los actores. Y hablando de ellos, cabe destacar la excitante ambigüedad, probablemente no buscada, en el malvado que encarna Henry Fonda al chocar frontalmente el físico y estilo interpretativo de este gran actor con su personaje (el primer malvado integral en su historia).
Entre las numerosas curiosi­dades que ofrece esta película, señalar también que Jason Robards da vida a un tipo que bien podría considerarse un claro precedente del Cable Hogue peckinpahniano que haría un año después.
Nota: en su día, en España, se estrenó una versión salvajemente mutilada que rompía la barroca arquitectura del film y desvirtuaba algunos de sus contenidos hasta hacerlos casi desaparecer. En cualquier caso, el film, en su versión más larga conocida hasta la fecha, aún muestra bruscas (y sospechosas) elipsis narrativas, probablemente no imputables al autor.
Otra nota: El actor de origen canadiense Al Mulock que interpreta a uno de los tres pistoleros que esperan a “Armónica” en la estación durante la larga secuencia de los títulos de crédito y que ya había trabajado con Leone en “EL BUENO, EL FEO Y EL MALO”, se suicidó durante el rodaje, arrojándose por la ventana de su habitación en el hotel de Guadix donde se alojaba.

4 comentarios:

  1. Fernando Lázaro18 septiembre, 2011

    Sí, es un western extraño y muy complejo. Parece que Leone quiso abarcar muchos temas sin excluir los más tópicos que en esta película adquirían una nueva dimensión, merced a una rebuscada puesta en escena. A veces parece un musical fantasmagórico, como en toda esa secuencia en la que aparecen de entre el polvo del desierto esos pistoleros con largas gabardinas moviéndose como espectros, justo antes de cargarse a esa familia de colonos.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  2. Sí, sí. Tienes razón cuando lo calificas de "musical fantasmagórico" y esa secuencia a la que aludes es uno de esos momentos en que la concepción de los encuadres, los largos y pausados movimientos de cámara, la música y esas geométricas coreografías con los actores, dan como resultado esa sensación de estar contemplando algo teñido de tétrico onirismo. En realidad, todos los personajes de esta película actúan y se mueven como fantasmas, como si ya estuvieran muertos y no lo supieran. Bronson, Fonda, Robards, Ferzeti... ya están fuera de la vida, de la historia.

    ResponderEliminar
  3. Me temo que pese a mis "raíces profundas" cinematográficas seguiré siendo el único que detesta esta obra plagada de una estética sin estética y aún menos ética, de una violencia de escaparate para náufragos de la sensibilidad. Todos, sin exclusión, los westerns de Leone (de su filmografía solo salvo la magnífica "Erase una vez en América") , deambulan en un mar de moscas, primeros planos, música a toda caña, sudor, tabaco masticado y escupido, vacuidad, abuso de la cámara lenta, planos mantenidos de varios minutos en los que te da tiempo de sacar al perro, fumarte dos cigarrillos o llamar al primo de América. Por no hablar de la más insoportable ausencia de verdadera descripción y análisis de personajes, pues deambulan inanes y huecos entre polvo, cartón piedra y gestos y miradas que me provocan más risa que el más elemental interés o misterio.

    ¿Habrá algo más estereotipado que los tipos y arquetipos que nos plasma en todos sus westerns Leone? Frisan sus personajes lo patético y nadan en el esperpento. A veces, sus miradas apolilladas de tipos duros, sus cicatrices por doquier adornando sus caras, sus frases triviales, la demora y recreación más inconsistente y la simpleza de buenos y malos, me llegan a producir un híbrido entre risa y hastío. No, no es mi cine y lo deploro en concepción, ejecución y génesis.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pese a la "trampa" visual de contemplar en la pantalla a los fordianos Henry Fonda y Woody Strode y escenarios como el Valle de los Monumentos, es evidente que los westerns de Leone están en las antípodas del clasicismo ético y estético (empleo tus términos) del autor de "PASIÓN DE LOS FUERTES" y "EL SARGENTO NEGRO". A nadie se le escapa que tanto la "trilogía del dólar" como esta barroca revisión de los aledaños y consecuencias de la construcción del ferrocarril en el salvaje Oeste, Leone reinventó el género western a su medida y lo hizo con prismas deformantes que exageraban o descomponían las formas originales del género (o épica, según algunos).
      Entiendo tu inmisericorde ataque a "HASTA QUE LLEGÓ SU HORA" en nombre de unos postulados, digamos, puristas. Pero en el caso de esta película no puedo estar de acuerdo contigo, Francisco. Aún con sus defectos y lagunas y su peculiar sentido de la medida y el ritmo, por muchas otras razones me resulta una película fascinante.

      Eliminar